Duelo y Día de muertos
- mujerespsinfronter
- 14 oct
- 2 Min. de lectura
El Día de Muertos es una de las tradiciones más profundas y bellas de México. Cada altar, cada flor de cempasúchil y cada fotografía colocada con cariño son un recordatorio de que la muerte no borra los vínculos, solo los transforma. Sin embargo, detrás de la festividad y el color, muchas personas atraviesan un proceso silencioso: el duelo.
Duelo: un proceso, no una fecha
El duelo no tiene calendario. Puede despertar en fechas especiales como el Día de Muertos, cumpleaños o aniversarios. A veces creemos que “ya deberíamos estar mejor” o que “no deberíamos seguir sintiendo tanto”, pero el duelo no sigue reglas. Es un proceso emocional y físico que nos invita a adaptarnos a una realidad sin la presencia de quien amamos.
Permitirnos sentir tristeza, enojo o nostalgia no significa debilidad. Significa humanidad. El duelo no se supera, se integra: aprendemos a vivir con el recuerdo, no a olvidarlo.
La salud mental durante el duelo
Durante el proceso de pérdida, es común experimentar síntomas como insomnio, cambios en el apetito, ansiedad o dificultad para concentrarse. Estos son signos naturales de un corazón en adaptación.No obstante, si el dolor se vuelve constante, si hay pensamientos de desesperanza o una sensación de vacío que no cede con el tiempo, es importante buscar acompañamiento profesional. La salud mental también se cuida con amor y respeto.
El poder simbólico del altar
Montar un altar puede ser una forma de terapia emocional. No es solo un acto cultural: es una forma de diálogo entre lo que fue y lo que sigue siendo. Colocar objetos, fotografías, comida o flores es darle un lugar al recuerdo y al amor.
El ritual nos permite resignificar la ausencia, transformar el dolor en memoria y encontrar belleza en lo que permanece.
Recomendaciones para cuidar tu salud mental en estas fechas
Permítete sentir: no reprimas tus emociones por temor a “arruinar la fiesta”. El Día de Muertos también puede ser un espacio para llorar, recordar y agradecer.
Habla de la persona que extrañas: compartir recuerdos y anécdotas mantiene vivo su legado.
Evita la comparación: cada duelo es único. No te exijas vivirlo “como los demás”.
Crea tu propio ritual: una carta, una caminata, una vela encendida o una canción pueden ser formas válidas de conexión.
Busca apoyo: no estás sola. Hablar salva, escuchar también.
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